HUÉRCAL Y OVERA. De la repoblación a la exención de Villazgo (1571-1668)
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La llamada Revolución de «Las Alpuxarras» constituyó el último episodio netamente bélico entre musulmanes y cristianos en el escenario peninsular. En su devenir, la crueldad empleada, tan atroz como gratuita a veces, fue práctica generalizada por ambos contendientes.
La intransigencia mostrada por la Corona hacia los moriscos, tan contraria a la tolerancia, muchas veces interesada, que hasta entonces habían observado sus antecesores, propició que éstos se rebelaran, dando lugar a su expulsión; inicialmente del reino de Granada y más tarde de todo el territorio nacional.
Si la guerra fue cruenta, no lo fue menos el éxodo de los hispano-musulmanes.
Casi nueve siglos de permanencia en al-Ándalus para finalmente acabar abocados al destierro. El destino de la mayor parte de ellos fue el norte de África, a donde generalmente llegaron sin dinero ni bienes; unos por emplearlos en el viaje y otros por ser víctimas de la rapiña.
Más duro que rehacer su vida en un lugar desconocido, donde no siempre fueron bien recibidos, fue la odisea que vivieron para llegar hasta él. Del árbol caído todos hacen leña, y había muchos cristianos entonces que, lejos de compadecer su tragedia, no tenían reparos en desposeerles de cuanto valor portaban, unas veces con engaños, otras por la fuerza, llegando incluso a ser esclavizados o muertos sin más.
Una vez vaciado el reino granadino de su población morisca, el reto para la Corona fue colonizarlo con cristianos viejos, para lo que fueron emplazados desde todos los lugares de la geografía española. La empresa no fue tarea fácil.
A pesar del atractivo reclamo que ofrecían las condiciones, el desamparo en que quedó la comarca, por un lado, y la pobreza de la mayor parte de los interesados, por otro, dificultarían seriamente su realización.
El proyecto de repoblación del reino de Granada, en sí, atendiendo a su resultado no se puede calificar de fracaso, habida cuenta de los muchos contratiempos y limitaciones que tuvo que superar. Las peculiaridades de cada lugar, así como las circunstancias que incidieron en cada uno de ellos, hicieron que su colonización, no pocas veces, se desarrollara al margen de la planificación institucional. Cuestiones de diversa índole, con un denominador común: pobreza y peligro, hicieron que cada población fuese protagonista de su propia historia.
Fueron las circunstancias las que propiciaron la creación de la Huércal-Overa moderna. Atrás quedarían para siempre los núcleos moriscos de Huércal y de Overa. En adelante, las discrepancias entre sus nuevos pobladores y los de los lugares limítrofes, que serían muchas, no estarían influenciadas por la ideología religiosa.
Su agrupación en una sola villa no variaría su dependencia territorial, por quedar integrada en el reino de Granada, ni tampoco la administrativa, por depender jurisdiccionalmente a Lorca, ciudad perteneciente al reino de Murcia. Por lo que sus vecinos, como granadinos, continuarían teniendo los mismos derechos y obligaciones que los naturales de ese reino, mientras que por ser vasallos de Lorca seguirían formando parte del obispado de Cartagena, al igual que esa ciudad, lo que frente a escasas ventajas les acarrearía muchos más inconvenientes.
Descripción
La llamada Revolución de «Las Alpuxarras» constituyó el último episodio netamente bélico entre musulmanes y cristianos en el escenario peninsular. En su devenir, la crueldad empleada, tan atroz como gratuita a veces, fue práctica generalizada por ambos contendientes.
La intransigencia mostrada por la Corona hacia los moriscos, tan contraria a la tolerancia, muchas veces interesada, que hasta entonces habían observado sus antecesores, propició que éstos se rebelaran, dando lugar a su expulsión; inicialmente del reino de Granada y más tarde de todo el territorio nacional.
Si la guerra fue cruenta, no lo fue menos el éxodo de los hispano-musulmanes.
Casi nueve siglos de permanencia en al-Ándalus para finalmente acabar abocados al destierro. El destino de la mayor parte de ellos fue el norte de África, a donde generalmente llegaron sin dinero ni bienes; unos por emplearlos en el viaje y otros por ser víctimas de la rapiña.
Más duro que rehacer su vida en un lugar desconocido, donde no siempre fueron bien recibidos, fue la odisea que vivieron para llegar hasta él. Del árbol caído todos hacen leña, y había muchos cristianos entonces que, lejos de compadecer su tragedia, no tenían reparos en desposeerles de cuanto valor portaban, unas veces con engaños, otras por la fuerza, llegando incluso a ser esclavizados o muertos sin más.
Una vez vaciado el reino granadino de su población morisca, el reto para la Corona fue colonizarlo con cristianos viejos, para lo que fueron emplazados desde todos los lugares de la geografía española. La empresa no fue tarea fácil.
A pesar del atractivo reclamo que ofrecían las condiciones, el desamparo en que quedó la comarca, por un lado, y la pobreza de la mayor parte de los interesados, por otro, dificultarían seriamente su realización.
El proyecto de repoblación del reino de Granada, en sí, atendiendo a su resultado no se puede calificar de fracaso, habida cuenta de los muchos contratiempos y limitaciones que tuvo que superar. Las peculiaridades de cada lugar, así como las circunstancias que incidieron en cada uno de ellos, hicieron que su colonización, no pocas veces, se desarrollara al margen de la planificación institucional. Cuestiones de diversa índole, con un denominador común: pobreza y peligro, hicieron que cada población fuese protagonista de su propia historia.
Fueron las circunstancias las que propiciaron la creación de la Huércal-Overa moderna. Atrás quedarían para siempre los núcleos moriscos de Huércal y de Overa. En adelante, las discrepancias entre sus nuevos pobladores y los de los lugares limítrofes, que serían muchas, no estarían influenciadas por la ideología religiosa.
Su agrupación en una sola villa no variaría su dependencia territorial, por quedar integrada en el reino de Granada, ni tampoco la administrativa, por depender jurisdiccionalmente a Lorca, ciudad perteneciente al reino de Murcia. Por lo que sus vecinos, como granadinos, continuarían teniendo los mismos derechos y obligaciones que los naturales de ese reino, mientras que por ser vasallos de Lorca seguirían formando parte del obispado de Cartagena, al igual que esa ciudad, lo que frente a escasas ventajas les acarrearía muchos más inconvenientes.
HUÉRCAL Y OVERA. De la repoblación a la exención de Villazgo (1571-1668)
Autor | González Sánchez, Alfonso |
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Portada | Ver portada |
Editorial | Arráez Editores |
Año | 2025 |
Idioma | castellano |
Encuadernación | Tapa dura |
Nº de páginas | 364 |
ISBN | 978-84-17578-95-4 |
Grima Numeración de colección | 10 |
Colección | 10 |
González Sánchez, Alfonso
