Solís, Emilia
Emilia Solís nació en Rute (Córdoba) en 1949 en plena posguerra, siendo la quinta descendiente de un total de siete hermanos de una familia de clase media dedicada al comercio. Por una serie de vicisitudes de carácter familiar el negocio se fue al traste y sus padres acabaron casi en la ruina, tomando entonces la difícil decisión de emigrar a Cataluña empezando casi de cero, primero en Blanes (Gerona) y más tarde en Magrat de Mar (Barcelona).
Siendo ella todavía escolar falleció su padre, quedando su madre al frenter de toda la familia, lo que impidirá que Emilia pueda estudiar como hubiera deseado, razón por la cual –a la edad de doce años– empezó a trabajar en una fábrica de cartones mientras obtenía el Certificado de Estudios Primarios. A la edad de catorce años entró a trabajar en la fabrica del Mistol (Heinkel Ibérica).
El trabajo en esta empresa no lo abandona hasta que no se casa con su marido, José García González, también emigrante en Cataluña, natural de Mollina (Málaga). Juntos –tras varias experiencias laborales– acabarán convirtiéndose en pasteleros y mejorando la situación económica. En el entretanto les nacen sus dos hijos.
En 1982 se presenta la oportunidad de volver a Andalucía, eligiendo Roquetas de Mar, y más concretamente Agualdulce, en donde instalarán sus negocios (primero pastelerías durante quince años, y después dos tiendas de ‘Todo a cien’).
En la actualidad, prácticamente retirada del negocio por enfermedad, tiene tiempo de escribir sus memorias y vivencias, que no son otra cosa que la historia de una de tantas familias que en los años cincuenta o sesenta tuvieron que abandonar su tierra y emigrar a las Cataluñas a ganarse el pan, aunque las vicisitudes no son siempre las mismas.
Afortunadamente la autora de «Jugar al escondite y otras vivencias», nos deja un mensaje de fondo alentador: la fe mueve montañas y hay que luchar frente a las contrariedades, porque con tesón y audacia se pueden vencer.
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