Fernández Álvarez, Darío

Fernández Álvarez, Darío

Darío Fernández Álvarez nació en Santa Fe de Mondújar (Almería) en 1939, de madre almeriense y padre orensano. Menor de tres hermanos, quedó huérfano de padre a los cuatro años y esta carencia le convirtió en adulto precipitadamente como a su hermana y hermano. Su madre, maestra de escuela, les lleva a Asturias, haciendo el bachiller en Luarca, andando doce kilómetros diarios desde la diminuta aldea de San Pelayo, donde no había ni luz eléctrica. Extremas necesidades y privaciones allí vividas forjarían en su carácter de niño temple de rebeldía. Becario en el instituto y en la Universidad (Oviedo y Granada) diseñó su futuro en férrea disciplina y exigencia, con el extranjero y sus modelos como referente. Destacó muy joven en la abogacía, siempre orientada hacia el campo penal, su gran vocación y pasión. Se enfrentó a procesos en el Tribunal de Orden Público. Consejos de Guerra en defensa de periodistas y disidentes, a la última pena de muerte pedida en España y otros procesos seriamente comprometidos. Por defender con entereza y dignidad, tras quedar absueltos sus patrocinados, resultó varias veces procesado, y expedientado, y hasta fue encarcelado en el curso de la defensa a un abogado y , por la lealtad a otro, suspendido del ejercicio profesional durante seis meses. Defensor de minorías oprimidas -gitanos de Martos o musulmanes de Melilla- realzó su toga y ética ante los Derechos Humanos. Elevó la voz de la abogacía penal al máximo nivel en su angustiosa y más que peligrosa actuación -salvó milagrosamente su vida de un cruel atentado frustrado (1981)-, en el macroproceso de «El Caso Almería», tal vez el más rutilante regalo, por él ofrecido a la democracia, entonces muy amenazada. Se separa de la abogacía española -decepcionado- al final de 1998 y se dedica a frecuentar centros europeos de pensamiento y proximidad a lo jurídico, con gran inquietud, aplicando los cinco idiomas extranjeros que cultiva.

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