Belmonte, Agustín

Belmonte, Agustín

Agustín Belmonte (Almería, 1951) es maestro. Desde niño, familia, profesores y amigos le celebraron lo bien que escribía. Cometieron ese error. Y él, el de creérselo. Eso le condenó a escribir y, así, lo ha hecho toda su vida: relatos, poesía, teatro, ensayo… Hasta canciones. Hasta tebeos, historietas, cómics que se dice ahora.

Se creyó con talento y en 1972 escribió su primera novela, unos 250 folios, que no quedó mal en el Premio de Novela Ciudad de Marbella. La segunda, de 1981, la envió, iluso que era, al Planeta. Cinco novelas se han sucedido después.

En los 90, Machado y Rimbaud, sus mentores poéticos, le elevaron, dice, a atmósferas jamás respiradas. Empezó entonces una producción poética por calles, rutas y rincones de Almería que aún hoy continúa y casi se ha convertido en un Diario. Poemas escritos casi al tirón a los que luego el artesano, el técnico, da forma y, en su afán de perfección, a veces incluso los desvirtúa y ellos pierden su frescura: el racionalista les roba el encanto con que salen de manos del intuitivo. Pero, entre miles, algunos podrían llamar a las puertas de la gloria por su limpieza, sinceridad y cercanía. Son dardos directos al corazón.

Y la historia, su otra gran pasión. Y el tiempo. El terrible, fatídico, inexorable paso del tiempo. Este libro es testimonio -uno más- de ello.

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